lunes, 17 de octubre de 2011

El ciclo infinito del amor: Dar, tomar, mirar

Recuerdo cuando siendo pequeño, alguna vez me quedé solo en casa gozando de la confianza de mamá, sumando todas las recomendaciones que al salir me dio acerca de lo que sí y de lo que no… todo iba bien, hasta que en un momento determinado… ¡Un terrible accidente! Un movimiento en falso dentro de la sala de la casa y ¡Zas! ¡Cae la figura de porcelana predilecta de mamá volando en mil pedazos!… vaya y ahora ¿qué hacer?... recojo cada uno de los pedazos, los miro fijamente como si al mirarlos un poder sobrenatural los fuera a unir nuevamente… pero no, las piezas siguen ahí… solo queda una opción: recoger hasta el último fragmento de la figura y confiar ciegamente en que mamá no lo note cuando llegue… los minutos pasan lentamente… la puerta se abre y entra mamá, una enorme sonrisa la acompaña y es ¡toda para mí!, echa una rápida mirada y verificando que todo está “en orden” me felicita por haberme portado ¡tan bien! E incluso me obsequia uno de esos dulces que solo las mamás saben traer en el fondo de cada una de sus bolsas de mano… voy sintiendo mi cabeza caliente, mis orejas parecieran quemarse, un enorme cúmulo de cosas…
¿Qué pasa en el corazón de un niño frente a esto? ¿Qué le aliviaría sus sensaciones y sentires?
Es un terrible dilema: si cuento lo ocurrido, mamá se decepcionará de mí… si callo, mi corazón ya no puede más ¿Qué necesita mi alma?...
¿Qué pasa en lo más profundo de mí cuando dando algo “malo” recibo a cambio algo “bueno”? ¿Cómo sería para mí si dando algo “malo” recibiera a cambio igualmente algo “malo” pero un poco menos “malo”?
Si quizás vas construyendo una imagen interna de lo que te voy compartiendo, seguramente podrás verificar que algo cambia en ti… probablemente ocurriendo la segunda de las opciones puedas sentir que ese solo acto te invita a en una siguiente ocasión tratar de hacerlo al menos un “poco mejor”… mientras tanto, la primera  seguramente generará confusión… quizás incluso ocurra en ti algo así como ¿Qué pasó? ¿No se dio cuenta? ¿No vio?... es algo extraño…
Quizás algo más que debes saber es que hay quien opina que para sentirme amado, necesito saberme mirado, si no me miras ¿Cómo saber que me amas? Y mirarme no solo se refiere a mirar “lo bueno en mí”, soy más que eso… también el resto es parte de mí. Si me amas has de incluir cada parte de mí  y si verdaderamente me miras… miraras también aquello que quizás no es tan grato de mi, en su justa dimensión y me darás a cambio, seguramente algo que me invite a crecer…
El dar y tomar tiene entonces mucho que ver con el mirar y más aún, tiene mucho que ver con el AMAR en su sentido más amplio, Anthony de Mello dice “amar es dar al ser amado aquello que necesita para crecer”, yo agrego: solo podré darte aquello que necesitas para crecer si realmente TE MIRO.

Mario Alberto Núnez Molleda
Psicoterapeuta

No hay comentarios:

Publicar un comentario