Antes
de leer, por favor observa la fotografía a detalle.
La
fotografía fue tomada el 27/04/2013 en una escuela primaria de la Cd. de
México.
La
historia descansa en este mural estudiantil.
Cuentan
que hace algunos años en la escuela de María, los niños mientras participaban
de una actividad artística, decidieron pintar un mural en la barda del patio.
Varios
alumnos intervinieron de manera activa en su realización. Algunos pintaron
sobre el árbol trazado por María, otros agregaron colores a las pequeñas
flores, o se encargaron de delinear cuidadosamente las alas de la mariposa y
sus finas líneas que jugueteaban volando sobre el pasto pintado de un color
verde vivo.
También
se trazaron imágenes de unos niños jugando en el bosque.
Después
de unos meses de que el mural se terminara, María enfermó de gravedad y murió.
María
fue recordada como una de las maestras más cariñosas y también más querida por
los niños de aquella ciudad que albergaba entre grandes edificios, un hermoso
espacio para la alegría, el crecimiento y la educación.
Después
unos meses de la partida de la profesora, un pequeño niño, al estar sentado por
un largo rato durante el recreo observando el mural, descubrió algo
sorprendente: en la esquina derecha de la rama más alta encontró una hoja de
árbol, una hoja viva, ahí, justo ahí, nacida del mural. Ese día Sebastián no
comentó nada con nadie.
A la
mañana siguiente, volvió a ver el mural y se dio cuenta que había seis hojas
más… ¡ya eran siete las que empezaban a vestir el árbol trazado por María!
Dos
días más pasaron y Sebastián, con la ayuda de su maestro y de sus amigos contó
cuarenta y nueve pequeñas hojas sobre el árbol pintado en aquél mural.
Este
hecho, sin duda, sorprendió a todos en el colegio, el árbol era ya otro amigo
que cada día se hacía más presente.
Pronto
el tiempo de las vacaciones llegó y la escuela cerró sus puertas por dos
semanas.
Para
la sorpresa de todos al volver, el árbol pintado en el mural estaba ya revestido
por hojas reales que se alzaban sobre la barda del patio, tapizando y adornando
con elegancia y aplomo el tronco, respetado en su estructura y proporción en
aquél dibujo trazado por la maestra.
Todos
los días en el recreo Sebastián iba y
observaba la mariposa pintada en la barda, esperando un aleteo verdadero que
sacudiera el polen de las flores rojas pintadas también bajo ella.
Tantas
explicaciones podríamos encontrar para este fenómeno natural… Otras más las
podríamos imaginar o deducir, lo cierto es que yo pude ver detrás de la barda
de la escuela de María. Sí, justo detrás de donde estaba pintado el mural. ¿Te
gustaría saber qué hay allá? Es sencillo, tan sólo mira detrás de tu mirada…
Sí, ve hacia tu corazón y ahí encontrarás la razón del por qué, cada latido del
corazón de un maestro, genera vida, que bien podría ser representada con cada
hoja de este frondoso árbol. ¿Lo crees posible? Yo sí, tan sólo cuida la
fortaleza de tu tronco, permite que lo albergue vida, pero mantenlo siempre
firme, siempre con raíces más profundas… y el día en que la mariposa de tu
mural dé unos aletazos alegres, una gota de rocío fresco llegará hasta el
océano para hacer que se derrame.
¡Feliz día maestras y maestros, gracias por seguir
latiendo!
Mtra. Nse. María Natividad Fernández Morfín.
01-800-830-4114