domingo, 12 de febrero de 2012

Cada cosa tiene su tiempo


Cuando estoy viviendo alguna situación que me resulta muy agradable, es grande la tentación de desear que esa situación tenga una duración ilimitada, que permanezca por siempre…  sin embargo invariablemente, a veces de manera abrupta y otras de manera muy sutil, se va terminando. Cuando eso ocurre sobreviene una sensación de tristeza… me resisto ¿Por qué no dura un poco más? ¿Por qué no dura por siempre? ¿Por qué se tiene que acabar?

Hasta tengo la impresión de que las cosas estarían muy bien para mí si eso permaneciera, que yo sería más feliz o más pleno o que ¡Muchas cosas de mi vida estarían mucho mejor!... cuando tomo un poco de distancia de esa situación, las cosas cambian y a veces hasta puedo llegar a entender que está bien que eso que tanto me agrada o que tanto disfruto tenga una duración limitada, que no dure por siempre…

Si lo pienso un poco, hasta lo puedo llevar a la razón y puedo darme cuenta de que así, justamente así es la vida, lo nuevo no tiene espacio para llegar si es que no ha ocurrido que antes se retire lo que ya cumplió su función, no importa si esa función fue darme alegría o bienestar o incluso alegría como tal, tampoco importa si lo que vino a traerme fueron algunos momentos de tristeza o de melancolía o de añoranza… finalmente, todo ha de irse, justamente de la misma manera en que yo mismo en aún momento he de irme también, más pronto o más tarde… todo pasa, todo se va y es entonces que llega lo nuevo y eso nuevo que llega, seguramente tendrá para mí nuevos mensajes, nuevos aprendizajes, seguramente que algunos de ellos me resultarán muy gratos y seguro que también habrá otros que me darán un poco de lo otro… quizás tristeza, quizás un poco de dolor, quizás melancolía o un poco de añoranza… un interminable ciclo de continuo crecimiento.

Me gusta pensar que ese continuo no es lineal, me identifico más la idea planteada por Gesell acerca del desarrollo, donde él lo ve como si fuera un espiral que nos lleva constantemente hacia adelante, aunque no de manera lineal y paso por regiones conocidas de mi existencia y las miro en cada ocasión desde un ángulo distinto y entonces, puedo pensar que cuando algo de lo vivido en algún momento se va, no se irá por siempre, solo se retira un poco, de manera que deja de estar al alcance de mi vista y confío también en que en algún otro momento pasaré cercanamente por ese lugar y lo podré mirar nuevamente, desde un nuevo ángulo, desde una nueva perspectiva y quizás tome una nueva dimensión también. Para poder llegar a esa nueva perspectiva he de moverme necesariamente hasta la siguiente ¿Qué curioso no? para poder ver lo anterior de manera nueva he de moverme a una nueva posición…

Definitivamente, cada cosa tiene su propio momento y su propia duración y desde luego, también, me dejará su propia enseñanza, que mientras más logro tomarla, más me dejará completamente listo para crecer justo en el siguiente momento… no me queda más que reconocer humildemente que los ciclos de mi existencia tienen un movimiento mucho más allá de lo que yo puedo y desearía entender y que si logro mirarlo, estos movimientos me llevarán invariablemente a los lugares en que necesito estar para llegar a ser el que he de ser. Hoy deseo rendirme y contemplar, solo contemplar.
Mario Alberto Núñez Molleda- Psicoterapeuta

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